El Zumbido del Moscardón
Francisco Alejandro Leyva Aguilar
Le tengo un gran amor a uno de mis sobrinos que se me adelantó en el camino, se llamó Rubén Calleja Leyva, un hombre al que no me cabrían las páginas de un libro para describirlo y para agradecerle la enseñanza de cómo vivir la vida cuando eres más inteligente que el medio y tienes que vivir con eso en completa incomprensión.
Como lo dije en su velorio, él vivió la vida muy rápido, como la viven las personas cuya claridad es requerida en otros niveles de conciencia, en otros parámetros de vida, en otras comunidades energéticas y por eso partió dejándonos un hueco en nuestros corazones.
¿Dije que Rubén era claro?, ok, las personas con preclaridad como él saben escoger muy bien a sus amistades y, el que se jacte de tener muchos amigos, más bien puede que no tenga ninguno sincero. Rubén tenía algunos, pero por sobre todos estaba uno que le demostró -nos demostró también a la familia- el significado de la lealtad en la amistad.
No puede haber un amigo desleal y Hafid Alonso García le demostró a Rubén que fue y sigue siendo su amigo incondicional, uno al que no le importa qué digan de ti porque sabe lo que es verdad y lo que es mentira y, con todos tus defectos, te acepta como parte de su familia porque hay que saber, que los amigos son la familia que uno escoge.
El viernes tuve una charla de más de dos horas con Hafid, nos reunió su intención de competir por la presidencia municipal de la capital del estado por su partido Movimiento Ciudadano y, si platicamos de eso unos diez minutos, lo demás fueron anécdotas que vivimos juntos o por separado con Rubén, nuestro hermano común.
Por eso me motivé a escribir esta columna, porque conozco a Hafid Alonso desde que a sus 17 años y sus escasos 150 centímetros, ya estaba trabajando en el servicio público y, así como Rubén, comenzó una carrera meteórica por demostrar que es un hombre valioso, un político inteligente y un empresario exitoso.
Coincidimos en que los grandes problemas que tiene Oaxaca de Juárez como la basura, la inseguridad y la falta de agua, no necesitan paliativos, sino grandes soluciones; soluciones que no las va a resolver un presidente municipal o un grupo colegiado de regidores, sino equipos interdisciplinarios expertos en el tema que no solo ofrezcan soluciones técnicas, sino empatadas con la realidad social.
Me llamó la atención la frescura y madurez de su charla respecto de lo que pretende lograr si el voto popular lo ayuda primero para ser candidato y segundo para ser presidente porque, a pesar de que abrevó de la experiencia de grandes políticos, él no se acartona ni se entrampa a si mismo con ocurrencias, lo que dice tiene sentido y esa es una condición que poco vamos a encontrar en los políticos de hoy en día.
Le deseo mucho éxito a Hafid Alonso. Yo sé que no es fácil conquistar una ciudad con políticos anacrónicos y con ciudadanía apática pero quizá en esta época de las Nuevas Tecnologías de la Información, de lo inmediato de la comunicación y del despertar de las conciencias, haya una oportunidad para él y qué bueno que así sea, porque pertenece a una generación brillante.
Dijera Rubén en muchas ocasiones “chaparro, que no te de miedo, vamos a romper madres”.
@leyvaguilar
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