abril 12, 2025

Oaxaca-8

Una ventana al mundo

Duro contra la chatarra

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CARPE DIEM

Duro contra la chatarra

NÉSTOR Y. SÁNCHEZ ISLAS

Cuando alguien con autoridad, ya sea un padre o madre, un maestro o un gobierno, prohíbe o censura algo provoca claramente dos efectos. Por un lado, le hace promoción y, por el otro, desata un deseo por lo prohibido. Pienso que, en cuanto a prohibir algo, debe hacerse un previo análisis para saber si, al final, el caldo resultará más caro que las albóndigas.

La autoridad prohibió la venta de “comida chatarra” en las escuelas por el problema de salud pública que enfrenta el país. México es el segundo lugar mundial en obesidad y el séptimo en diabetes. Ambas enfermedades son una pesada carga para el erario y, en el fondo, esa es la razón de la prohibición.

La prohibición no solo se limita a la venta de chatarra dentro de las escuelas. Derivado de este autoritarismo, a los maestros les dieron la autoridad, o se la están tomando, para revisar el lonche que cada mamá le prepara a su hijo y, sí a su criterio es un alimento chatarra, lo confiscan. Eso está pasando en escuelas de Oaxaca. Aquí veo un claro mensaje del gobierno y sus comisarios respecto de las intenciones oficiales de acercarnos, cada vez más, al totalitarismo.

Las buenas intenciones, sí es que este régimen las tiene, son crear en cada escuela un espacio para la salud, lo que es totalmente correcto. Sin embargo, me parece que no toma en cuenta del porqué los mexicanos consumimos tanta chatarra y refrescos. Hay varias explicaciones.

Dado el poder de las firmas mundiales que controlan la industria alimenticia, tienen la capacidad de llevar sus productos a cada rincón del país. Sus sistemas de distribución son más eficientes que los del gobierno. En el más lejano pueblito podemos encontrar una coca cola, aunque no encontremos medicinas. Resultan más económicos que los alimentos naturales y artesanales, hacen grandes campañas de publicidad, los diseñan en laboratorios para darles sabores artificiales irresistibles y, sobre todo, porque ya no queda tiempo a las familias para ponerse a cocinar.

La prohibición conduce al abuso por parte de quien vigila su cumplimiento. A cada persona que se le da un espacio de poder, tiende a abusar de él y termina por convertirse en una especie de comisario soviético. Disminuir el consumo de ultraprocesados es un diagnóstico correcto, el problema son las estrategias elegidas porque, al menos en Oaxaca, le están dando más poder a otra chatarra: los maestros.

Sin afán de generalizar porque a pesar de militar en la Sección 22 debe haber buenos profesores, la gran mayoría caen muy dentro de la clasificación que alguien hizo de ellos: maestros chatarra.

Si hablando de chatarra tenemos la certeza de que los ultraprocesados son nocivos para la salud, debemos aceptar la realidad de que el nivel tan bajo de escolaridad de los niños oaxaqueños es nocivo y producto de la enseñanza chatarra que la Sección 22 imparte.

Hay factores que pesan unos más que otros sobre la escolaridad de los oaxaqueños. Las condiciones socioeconómicas son uno de ellos. La orografía y los usos y costumbres en algunas comunidades que desplazan a las mujeres puede ser otro más. El factor lingüístico, la falta de infraestructura y de conectividad a internet son otros, pero también pesa mucho en el analfabetismo funcional resultante en miles de niños el ausentismo de sus profesores y la muy poca preparación que tienen éstos porque está muy claro que, en sus años de normalistas, hicieron más bloqueos y destrucción que acudir a clases para aprender a ser maestros.

¿Cómo calificar la conducta del magisterio dominada no por la docencia sino por sesgos ideológicos y políticos? Las frecuentes movilizaciones, paros y bloqueos interrumpen el calendario escolar y afectan el aprendizaje. “Un maestro marchando también está enseñando”, dicen. Así es, les enseñan a ser irresponsables, indiferentes y conflictivos. Colocar sus demandas sindicales por encima de las demandas educativas de las comunidades que lo necesitan no es más que la chatarrización del magisterio.

La Sección 22 influye en la creación de retrógrados planes y programas de estudio, se niegan a evaluaciones y auditorías, al concurso de las plazas y al escalafón basado en sus méritos y no en la participación en bloqueos. La Sección 22 nos cuesta a los oaxaqueños el 30% del presupuesto destinado a atender las necesidades de 4 millones de habitantes.

Producto de su modelo chatarra de educación, los niños carecen de habilidades matemáticas y de pensamiento lógico, de comprensión lectora, de habilidades de escritura o de entendimiento de la ciencia. La consecuencia no la padecerán los maestros, que tienen plazas y prestaciones vitalicias, sino los niños cuando se conviertan en adultos que busquen oportunidades laborales mejor pagadas para superar su marginación y discriminación históricas y, poder adaptarse a un mundo cada vez más tecnológico.

nestoryuri@yahoo.com

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