l Zumbido del Moscardón
Francisco Alejandro Leyva Aguilar
Felicidades a María mi madre y a María mi sobrina hermosa hoy en su cumpleaños.
El domingo de Resurrección terminó la Pascua, una de las fiestas mas representativas del cristianismo y de los hebreos, celebrada a la mitad de la luna de marzo. Con la Resurrección de Jesucristo culmina la Semana Santa o la Semana Mayor en donde recordamos al “hijo de Dios” y, justamente como lo recordamos, vuelvo a citarlo: “NO VENGO A HACER LA PAZ, SINO LA GUERRA”. (Mt 10-34-36)
Ayer hice un diserto sobre la guerra y culminé con una pregunta. ¿y México?. Nuestro país, uno de los más católicos del orbe ¿está en guerra?… la última vez que estuvo, fue cuando el ex presidente Felipe Calderón le declaró la guerra a los narcos, sin embargo, después de 12 años, se supone que llegó un mesías redentor que le brindó abrazos a los criminales y que no sirvieron de mucho porque es el sexenio más sangriento del que se tenga memoria con 183 mil 125 homicidios dolosos hasta ayer y contando.
México es un baño de sangre pero como vimos en la columna de ayer, a la naturaleza le gusta la sangre, por eso escribí sobre la posibilidad de que en Latinoamérica por lo menos Cuba, Nicaragua y Venezuela, entren en conflagraciones locales para quitarse el yugo del populismo que les ha quitado libertades como el alimento, la salud y la educación.
Pero México no está en los niveles de sometimiento que tienen esos pobres países, México aún tiene instituciones y está justo en la encrucijada de decidir, el próximo dos de junio -en apenas dos meses-su futuro y, como dice el hipotético cartel de Norberto Bobbio que expuse ayer, hay solo de dos, una decisión obligada y una prohibida para el régimen.
Tiene razón el payaso Brozo cuando dice que México tiene solo de dos sopas: o la democracia o la continuidad. La primera, dice Norberto Bobbio en su libro “el problema de la guerra y las vías de la paz”, editado por Altaya, es la única manera de detener la guerra a la que llamó Jesucristo en el templo del Sanedrín y la democracia no es justamente lo que quiere este régimen.
Las dos sopas están definidas. La democracia la representa Xóchitl Gálvez Ruiz y la Continuidad, Claudia Sheinbaum Pardo; la primera, un fenómeno mediático; la segunda, producto del oficialismo y, por tanto, la garantía de que los errores del actual presidente, queden escondidos debajo de la alfombra después de que no pudo barrer la corrupción de arriba a abajo.
Hay de dos sopas si, pero la democracia tiene como arma el voto ciudadano. Solo la gente lo puede usar, no lo puede ejercer nadie más por tanto es importante que haya consciencia de ello porque en lugares como Venezuela, el populismo les ha suprimido ese derecho y eso podría pasar en México y hay que recordar que nuestro país, si algo tiene, es que es revolucionario… si no haya otra vía para recuperar sus libertades y su paz, puede recurrir a las armas, quizá no inmediatamente después del dos de junio, pero si la próxima década.
Técnicamente, conceptualmente México no está en guerra y tiene la democracia como aliada para que eso no suceda, sin embargo si tiene condiciones para una confrontación porque el oficialismo se ha encargado de polarizar a la sociedad siguiendo un script que ya hemos visto en otros países de América Latina y al haber dos bandos, con uno que prenda la mecha, basta.
Por eso es importante el dos de junio. Entre el oficialismo y la conservación de las instituciones, hay una gran diferencia e incluso existe en los documentos de Morena, la intención de hacer una nueva Constitución que cambie para siempre las reglas del juego, si es que ganan la presidencia de la república y la mayoría en el Congreso de la Unión.
Terminó la Pascua que es tiempo de reflexión. Pascua quiere decir PASO O SALTO y por tanto espero que los ciudadanos hayan medido bien el PASO que van a dar: o resucitamos el tres de junio, o nos hundimos en un moderno y terrible oscurantismo que por cierto, ya estamos viviendo con la supresión de organismos autónomos como el Instituto Nacional de Acceso a la Información (INAI).
Y recuerden: “no vine a hacer la paz, vine a hacer la guerra” dijo Jesucristo, hagamos la guerra de las conciencias y ocupemos de estandarte a la democracia y la credencial de elector como filosa espada libertaria, lo único que no podemos permitirnos es la inacción y mucho menos la inacción por miedo.
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