El Zumbido de Moscardón
Francisco Alejandro Leyva Aguilar
La noche de este lunes, un comando armado entró al domicilio de Joaquín Martínez López, a la sazón de una elección extraordinaria Presidente Municipal de la comunidad de Chahuites en la zona oriente del Istmo de Tehuantepec por segunda ocasión y lo privaron de la vida.
Él habría ganado la elección extraordinaria y tenía hasta el 27 de marzo para recibir su constancia de mayoría que le habría expedido el Instituto Estatal Electoral y de Participación Ciudadana de Oaxaca (IEEPCO).
Pareciera uno más de los muchos asesinatos que se han cometido a lo largo de este desastroso inicio de gobierno de Salomón Jara, pero llama la atención que Joaquín, de acuerdo a versiones de personas que le conocieron, no era un presidente común y corriente, sino uno que se había ganado al menos el respeto de su pueblo que volvió a votar por él en elecciones extraordinarias.
Y tampoco es el único alcalde asesinado en Chahuites. Apenas en 2021 mientras las aguas políticas se arremolinaban para la elección a gobernador en 2022, Leobardo Ramos Lázaro Presidente Municipal de Chahuites por Movimiento Ciudadano (MC), también fue acribillado sin que hasta el momento haya detenidos como en este caso de Joaquín Martínez.
Pero ¿quién habría pretendido asesinar a un Presidente Municipal electo que además fue reconocido por la ciudadanía como un hombre probo y dedicado al deporte, incluso entrenador de figuras como la campeona nacional de jabalina?. Leobardo y Joaquín, uno del MC y el otro del Partido Verde (PVEM), tenía algo en común: un interés genuino en proteger a su población de la invasión migrante proveniente de centro América y desatada por el Gobierno de López Obrador.
Hay algunos colegas que llaman gentrificación al proceso en el que los migrantes se quedan en lugares donde van pasando, pero la gentrificación se refiere al fenómeno en el que personas de mayor poder adquisitivo, se quedan en un territorio del que desplazan a su población original, como sucedió en Huatulco o Acapulco o Cancún. Lo que viven comunidades del istmo de Tehuantepec es una invasión de migrantes.
Para nadie es un misterio la cantidad de dinero ilícito que se mueve en el tráfico de personas y los intereses que puede tener en ellos el crimen organizado.
Alguien que denuncie y se oponga al tráfico de personas y tal vez por añadidura de estupefacientes, es incómodo para los capos de narcotráfico y por eso, hay autoridades que estorban, ese bien pudo ser el móvil del asesinato de Leobardo en 2021 y de Joaquín tres años después, sobre todo porque éste último acababa de ganar la elección extraordinaria para gobernar tres años más.
Y ¿qué dice el gobierno del estado conducido de manera errática por Salomón Jara?, el gobernador solo confirmó el hecho y le dio el pésame a los familiares además de pedir a la Fiscalía General del Estado de Oaxaca (FGEO) que esclarezca pronto los hechos… si no hay culpables por la muerte de Leobardo, ¿por qué los iba a haber en el asesinato de Joaquín?
En Oaxaca no se está haciendo mucho por reducir los crímenes de alto impacto. Hasta enero de 2024, habían matado a 1041 personas lo que ha significado un repunte de los homicidios dolosos en la entidad. Obvio de enero a marzo el número de personas asesinadas ya aumentó y se han sumado crímenes de políticos como el de Joaquín Martínez.
Oaxaca está en consonancia con la tendencia nacional de aumento de crímenes y no es de extrañarse toda vez que, como en toda la república, este es un estado gobernado por Morena y que además tiene dos ingredientes que le suman a la violencia: tiene un gran litoral en el pacífico por donde se trafica de todo y un istmo que acerca a dos océanos por tanto, la posición estratégica, geopolítica de Oaxaca, representa también las mismas posibilidades y condiciones para el crimen organizado, por eso vemos a más asesinados cada día en nuestro estado.
Es ocioso pedir al gobierno que agote todas las instancias para resolver el crimen porque a Salomón le interesa mucho más la sucesión en 5 años, que lo que está pasando actualmente en el estado que se le está cayendo a pedazos y por esa apatía e ineptitud, no podemos esperar resultados, mucho menos justicia.
Ojalá Joaquín pueda descansar en paz.
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