CARPE DIEM
Los idus de agosto
NÉSTOR YURI SÁNCHEZ
Es correcto, los “idus” no solo son de marzo, se dan a lo largo de varios meses. En un principio fueron señal de buenos augurios, sin embargo, en el año 44 a.C., con el asesinato de Julio César, dejaron de significar esperanza para señalar tragedia. Los idus de marzo cambiaron la historia de occidente; los idus de agosto están cambiando la historia de México.
El presidente López Obrador es un hombre de tormentas. Su vida política ha sido marcada siempre por la agitación y la polarización. Inició su presidencia acabando con el Nuevo Aeropuerto de la Ciudad de México, una obra que no tuvimos, que no tendremos, pero que seguiremos pagando. Está a unas semanas de concluir su mandato y la tormenta se cierne sobre nuestro futuro: una profunda desaceleración económica, alta inflación, una devaluación del 15% al momento, la detención del Mayo Zambada y sus implicaciones políticas, inseguridad, el agandalle de las plurinominales y una “reforma” judicial que todo el mundo rechaza por las consecuencias negativas que tendrá para el país.
Grave, muy grave que el presidente y su partido tengan la mayoría absoluta en el Congreso. La Constitución quedará en sus manos y podrían volver legal lo ilegal en cualquier momento. Como lo dijo Diego Valadés, nos volveremos el país de la Constitución de un solo hombre.
Los meses de agosto y los presidentes López están quedando unidos por la tragedia de los idus de agosto. Fue en agosto de 1982 cuando José López Portillo, JLP, tomó la decisión de nacionalizar la banca mexicana y decretar el control de cambios. Fue el inicio del fin de los gobiernos de la revolución, aquellos años que tanta nostalgia le provocan al presidente López Obrador.
La historia nos señala algunos paralelismos y vale la pena conocer los hechos poque, inevitablemente, llegará el momento de pagar los costos de la euforia. La cruda de la expropiación bancaria la seguimos pagando hoy. La cruda de la reforma judicial, la desaparición de los organismos autónomos y otros cambios los seguirán pagando quienes hoy ni siquiera han nacido.
Agosto de 1982 fue un mes de caos. Jesús Silva Herzog viajó a Nueva York a negociar una moratoria en el pago de la deuda externa que, entre Luis Echeverría y JLP había llevado de los 6 mil a los 100 mil millones de dólares. Lo consiguió y la historia secreta detrás de las negociaciones fue que, a cambio del acceso al crédito para poder seguir comprando maíz y alimentos que México no producía y evitar una revolución provocada por la falta de tortillas, el gobierno se comprometió a realizar una serie de cambios democráticos y liberales para dejar atrás el nacionalismo revolucionario y económico y abrir las puertas a una serie de medidas con Miguel de la Madrid, quien quedó atado de manos desde el primer día. La apertura democrática y la creación de un IFE autónomo del gobierno federal vienen desde aquellas negociaciones. La llegada de lo que López Obrador define como los regímenes neoliberales fue consecuencia de los excesos populistas. Lo mismo pasará ahora, los excesos de este régimen y el hartazgo lo conducirán a su desaparición.
La última gira de JLP por Oaxaca después de su sexto informe asemejó lo que sucede hoy. Una gran concentración, acarreados, y un mitin afuera del edificio central de la UABJO. Mantas de apoyo, gritos y euforia por la nacionalización bancaria, una borrachera populista que igual lanzaba consignas nacionalistas que quemaba efigies de los banqueros en el zócalo, los entonces calificados como saca-dólares, conservadores y traidores. Después, una ceremonia en el Teatro Alcalá, recinto al que entró con su porte atlético y su característica elegancia al vestir para escuchar a Ildefonso Zorrilla Cuevas deshacerse en halagos, loas y lisonjas ante quien el exrector calificó como “protagonista de la historia”. Y lo fue, pero no en el sentido que JLP quería.
Igual que entonces, el presidente Obrador trata de emular los actos de los padres de la patria. JLP quiso comparar su expropiación con la de Lázaro Cárdenas y el petróleo, Obrador con las gestas de don Benito Juárez. López Portillo pudo nacionalizar la banca porque tenía la mayoría absoluta en el Congreso. López Obrador hará lo que quiera porque, al menos por un mes, dispondrá de senadores y diputados a su antojo.
Hay un dato que preocupa. JLP mandó al ejército y la policía a tomar los bancos desde la mañana del 1 de septiembre de 1982, antes de anunciar su decreto. La presidenta podría hacer lo mismo al aplicar la reforma judicial, mandar al ejército a tomar la sede de la Suprema Corte ante una posible resistencia de ministros, magistrados y jueces, lo que sería un hecho gravísimo.
Vivimos una fuerte caída de la economía y con un gobierno sobreendeudado. Ya se gastó todo lo que encontró, deja a México vulnerable ante los banqueros y organismos internacionales y, con el control del Congreso, volveremos al autoritarismo y la opacidad.
nestoryuri@yahoo.com
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