octubre 5, 2024

Oaxaca-8

Una ventana al mundo

CARPE DIEM

Tiempo de lectura:46 Minutos

CARPE DIEM

Gentrificación y desigualdad en Oaxaca

NÉSTOR YURI SÁNCHEZ I.

La gentrificación, el fenómeno social en el que los habitantes de barrios tradicionales son desplazados por personas de alta capacidad económica, es un fenómeno mundial que no solo contribuye en el mejoramiento de la economía de algunas zonas, sino que acentúa la desigualdad, como es notorio el caso de nuestra capital, algunas poblaciones cercanas y toda la franja costera.

La gentrificación, al menos en el caso de Oaxaca tiene un factor que la potencia. La modalidad de propiedad comunal de la tierra y la consecuente inseguridad jurídica provoca que los bienes de propiedad privada, como lo es el caso en nuestra ciudad, eleven sus precios de manera exponencial.

Con la gentrificación vienen otros fenómenos. Es evidente que en la zona centro de la capital no hay comida barata ni en los mercados, antiguos refugios en que la gente asalariada encontraba comida a precios accesibles. A este desierto de comida económica se le conoce como desertificación gastronómica y la subida de precios de los alimentos por causa del turismo se le llama “gourmetización”, de la que todos somos víctimas, especialmente los turistas porque, al desconocer los productos originales, les venden productos cada vez de peor calidad, como lo son el chocolate que ahora se produce con menos cacao y mucha azúcar, como lo son los panes tradicionales en que les venden pan resobado como si fuera de yema, es decir, panes extremadamente porosos que solitos se deshacen, mieles adulteradas con glucosa o quesillos chiapanecos por auténticos oaxaqueños.

Desafortunadamente ninguna institución oficial ha tratado de crear estándares mínimos para evitar el engaño al tolerar la comercialización de productos evidentemente comerciales por auténticos tradicionales. El gato por liebre ya es una tradición oaxaqueña muy arraigada, sobre todo en el comercio informal.

En la construcción se da otro ejemplo de cómo el turismo y la gentrificación no son una industria sin chimeneas y sí son una con fuerte impacto ambiental y social. Tradicionalmente se construyó con adobe durante siglos. La gente usaba los materiales a su alrededor. Lamentablemente hoy el adobe, antes popular y barato, ha elevado de tal forma su precio que construir con este material solo es accesible para quienes disponen de una gran suma de dinero para levantar sus edificios. La arquitectura vernácula está perdiéndose, muchos campesinos ya no conocen las técnicas de elaborar adobes y, por resultar más barato, deben usar a los tabicones y láminas. Una de las industrias más contaminantes del mundo es la del cemento puesto que requiere un enorme consumo de energía, la producción de gases contaminantes y la contaminación miles de camiones para su traslado.

No es un problema sencillo la gentrificación y es difícil evitarlo. Su mala influencia afecta hasta a nuestras fiestas tradicionales, que se han convertido en una mercancía cultural muy ajena a los significados religiosos que les dieron origen.

Las recientes fiestas de Navidad y fin de año son un ejemplo de cómo la gentrificación no solo tiene efectos económicos sino profundamente sociales que se deberían mitigar. Las tradicionales calendas de las iglesias de la noche del 24 se han disminuido drásticamente en cuanto a la participación de personas devotas y se han convertido en un desfile de baile y color especialmente pensados en el turismo. Los barrios más alejados del zócalo celebran sus fiestas de una manera más ferviente que el comercial colorido de las del centro inspiradas por el estilo Disney que tanto gusta al gobierno actual.

La gentrificación también destruye al patrimonio edificado. Los nuevos propietarios remodelan las viejas construcciones y, en muchas ocasiones las alteraciones rompen con el estilo constructivo de Oaxaca. Encima de ello, algunos de los nuevos dueños han construido terrazas a las que en sut tiempo se opuso Francisco Toledo con justa razón. La proliferación actual de terrazas ha sido tolerada por las diferentes autoridades y lo sorprendente es que algunos personajes que en su momento fueron parte del grupo cercano a Toledo y dijeron defender el patrimonio oaxaqueño, hoy han levantado terrazas sobre las viejas casonas coloniales que no fueron diseñadas para ese tipo de uso, siendo un peligro latente.

En países en que la corrupción es menor, han regulado la gentrificación a través del uso de suelo, un concepto que aquí no se respeta. Las quejas de vecinos de Xochimilco y Jalatlaco por terrazas, salones de fiestas y antros son claro ejemplo de que para la autoridad la prioridad es el moche y no el bienestar de la población.

LA REALIDAD.

Con todos los recursos del gobierno se construye una narrativa triunfalista y nos presenta a Obrador como el mejor presidente de la historia, por encima de Juárez. Los muertos de López no tienen fin. Otra matanza, ahora realizada con drones en la sierra de Guerrero es la realidad que quieren ocultar.

nestoryuri@yahoo.com


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Muchas calendas, cero resultados

NÉSTOR YURI SÁNCHEZ

El ocio colectivo es un gran negocio cuando se fomenta desde el gobierno y, las políticas públicas basadas en la estrategia del pan y circo tienen significados más profundos de lo que a simple vista se observa.

El fomento de una enorme cantidad de espectáculos, algunos con cargo al erario y otros de carácter comercial convergen en una sola intención: el control político de la población a través de la creación de falsas percepciones de felicidad colectiva.

Una vez más la titular de turismo, doña Saymi, fue la encargada de inventar una calenda que jamás se había realizado con motivo de la Noche de Rábanos. Fueron tres días consecutivos de acabar con la vida económica de la colonia Reforma al cerrar la Calzada Porfirio Díaz. Primero para que una iglesia cristiana, sin el mínimo respeto por los enfermos del Hospital Civil, se la pasara vociferando durante horas. Al segundo día, la calenda de los rábanos inventada por el gobierno del estado y, finalmente, el desfile del ayuntamiento para celebrar las fiestas navideñas. Muchas calendas; cero resultados.

El gobierno actual ha tenido más calendas que resultados a lo largo de este año. Ha destruido mobiliario urbano y dañado edificios históricos al mismo nivel de vandalismo que la sección 22. El respeto al patrimonio cultural y edificado no es lo suyo sino su explotación a favor de intereses políticos. Murat y su esposa abusaron del uso de la Guelaguetza. En apenas un año, este gobierno lo ha empatado en abuso y ha sometido a un desgaste innecesario, que llega al choteo, de nuestros símbolos de identidad local, desde la música hasta las danzas y vestimentas tradicionales. Carentes de imaginación propia toman prestada de Disney la inspiración para crear producciones que no se distinguen más que por su frivolidad.

Siempre ha existido una simbiosis entre la política y el espectáculo. Los gobiernos populistas son quienes más usan el pan y el circo porque dependen de vender mentiras y que la gente lo crea a través de la invención de realidades alternas y la generación de estados de ánimo de felicidad, pero ladinamente artificiales. Y el espectáculo también sirve a los políticos para lavar dinero, es un buen negocio la renta de toda clase de servicios que, con seguridad, se contrataron a empresas a modo.

El exceso de frivolidad tiene como finalidad la alienación a través de la manipulación de estado de ánimo colectivo, no es una simple ocurrencia darle circo al pueblo. Se cultiva un estado permanente de conformismo entre la población. Y una sociedad conformista estará cómoda con las migajas que les den y no repararán en las rebanadas que se roban en su nombre. El asistencialismo social, política social le dicen socarronamente ellos, es el método por excelencia del populismo. Y ningún país sometido a esta clase de régimen ha sido exitoso.

Una sociedad conformista estará contenta en recibir favores a cambio de renunciar a sus derechos. Y parece que es nuestro caso.

Decía Maquiavelo en sus consejos al príncipe: “el fin justifica los medios; la política no tiene relación con la moral; nunca intentes ganar por la fuerza lo que puedas ganar por la mentira”.  Y es la mentira la marca de la casa que fielmente sigue las órdenes que les dan desde el palacio nacional.

Cabe preguntarse, ¿Si no hubieran hecho tantas ferias y calendas de que estaría hablando el gobierno? Su único logro ha sido sacar a los mafiosos triquis del zócalo, aunque a cambio les entregaron Santo Domingo y el jardín Labastida.

Mientras la gente está distraída con frivolidades desde el gobierno y con los medios afines se trata de ocultar la realidad. No hay agua, pero el gobierno gasta en desfiles de rábanos. No hay obras, pero declaran orgullosos que un tren que construyó e inauguró Porfirio Díaz es trabajo de ellos. Las carreteras al istmo y la costa siguen inconclusas, pero llenan de carpas el Llano para traer una pista de hielo que fue lo mismo que hizo Gabino Cué y terminó por ser uno de los gobiernos más corruptos de la historia, superado ahora por el de Murat y los cascarones que nos heredó a cambio de una deuda de $3500 millones que pagaremos vía cobro de catastro, licencias, tenencia y otros impuesto a lo largo de los años.

Las consecuencias de una política pública basada en la frivolidad pueden ser más graves que solo tirar dinero a la calle. Detrás de esos inocentes espectáculos está toda una maniobra para crear las condiciones e instaurar un gobierno autoritario en toda forma. Los esfuerzos en ese sentido desde el palacio nacional ya no son un secreto, abiertamente se alienta el surgimiento de un caudillo mesiánico que construye obras faraónicas que no sirven para nada, pero la gente, en estado de alienación, lo celebra sin reparar que no obtendrá ningún beneficio, renunciará a derechos y perderá libertades.

El objetivo es mantener engañada a la gente y la creación de hordas de fanáticos. Lo están logrando y son un peligro.

nestoryuri@yahoo.com


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Masacres y sinvergüenzas

NÉSTOR YURI SÁNCHEZ

Hay demasiadas masacres en este país. La política de mirar hacia otro lado por conveniencias electorales a las que el presidente llamó “abrazos y no balazos” solo ha dado más poder a los criminales. Grandes extensiones del país viven bajo la ley del narco. Un tercio de México vive bajo la extorsión y el cobro de piso, las instituciones de la república están en retroceso, a excepción de los cobros del SAT.

Dos hechos fueron la nota, más no la sorpresa, durante la semana pasada. La matanza de jóvenes en una posada en Salvatierra, Guanajuato, y el rito de purificación de lo más sucio de la clase política priista, su consecuente perdón por el mesías tropical y su ahora desinteresado apoyo a Sheinbaum.

El horror es parte de nuestra vida cotidiana. La masacre de estos jóvenes en Salvatierra pronto será olvidada por otra que ocupará nuestra atención. Y así hasta que terminemos por matarnos entre todos o tengamos un gobierno que los enfrente en lugar de aliarse con ellos.

Parte de la razón que explica el por qué la 4T llegó al poder fue su falsa narrativa “no más sangre” que difundieron para debilitar al Estado y con ello lograr lo que ahora es una realidad: el control de la vida pública y de grandes extensiones del territorio por los criminales. Ese control les permite operar por medio de sindicatos, organizaciones sociales o agrupaciones ambulantes de los que extraen enorme riqueza a través del cobro de cuotas, extorsiones y derecho de piso. Pero también les otorga control político porque pueden movilizar a sus agremiados en favor de uno u otro candidato. Los ingresos por cuotas y cobro de piso, además, son más fáciles y seguros de obtener que traficar drogas.

El modelo de matanzas ha cambiado mucho en poco tiempo. Todavía en los años 80 se tenía cierta consideración con niños y mujeres. Apenas en los sexenios pasados la mayoría de las muertes se producían cuando había enfrentamientos entre malandrines. El modelo actual ha venido variando y en este gobierno se ha radicalizado. Muchas de las masacres y lo asesinatos de una o dos personas no son por enfrentamientos entre bandas rivales, se trata de agresiones directas de los sicarios contra la gente de la calle derivados de algún hecho no grave, que no ameritaría una respuesta mortal, como la negativa de darles permiso de entrar a un festejo ajeno.

Una de las características de López Obrador es su modo autoritario del ejercicio del poder y por ello mismo ha tratado de minar a todas y cada una de las instituciones de gobierno. Desde Salud hasta el ejército están cooptados por él. Unos por quitarles presupuesto y otros por recibir carretadas de dinero en la absoluta opacidad, como es el caso del ejército y la marina, instituciones que ya están metidas en la espiral de la corrupción que desde el poder tiene acceso fácil.

El vacío de autoridad dejado por el repliegue ordenado por Obrador a las fuerzas de seguridad quedó en clara evidencia con un bendito video que nos permitió conocer cómo actúa el crimen. En Texcaltitlán, Estado de México, la gente del campo tuvo que hacer frente a los matones que les cobran por sembrar sus tierras y se hizo justicia por propia mano. Lo sucedido nos muestra otro patrón de conducta del crimen en México: no es contra los más ricos, es contra los más pobres, contra campesinos, pequeños comerciantes, ganaderos y microempresarios. Los de arriba, como el presidente y sus hijos, no lo padecen. La ausencia del Estado es la riqueza de esas organizaciones y la facilidad de armarse hasta con lanzacohetes.

En medio de esta indignación nacional por los numerosos casos de masacres contra jóvenes ajenos a la delincuencia nos llega el chiste de la semana, porque no puede ser tomada de otra manera la asimilación de un grupo de lo peor del priismo en apoyo a Sheinbaum. Alianza progresista dicen ellos, alianza oportunista les va mejor.

Como si fuera un ritual de purificación ante su majestad Obrador en el que la sangre de los masacrados sirve como holocausto ajeno para pedir la absolución de sus pecados, este grupo de impresentables priistas, Murat, Eruviel, Nuvia Mayorga y Ramírez Marín se sumaron de manera espontánea y desinteresada a la campaña de la doctora Claudia. No quieren un hueso, lo declararon, los motiva su amor desinteresado por México. Es conmovedor ver la capacidad de abnegación de tan impresentables personajes que solo piensan en nosotros. Sinvergüenzas los describe bien.

Con ese fondo de los muertos de don López, el poder que posee para purificar políticos corruptos y con el crimen encima de nosotros es fácil notar que, en realidad, los abrazos son para los corruptos y matones y los balazos son para nosotros.

La desaparición de instituciones, la debilidad del Estado, el crecimiento del crimen organizado y la concentración de poder en una sola persona son el paso previo para una dictadura militarizada disfrazada de democracia popular,

nestoryuri@yahoo.com


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El Crestón y el apocalipsis

NÉSTOR YURI SÁNCHEZ

Si bien Hollywood resulta muy exagerado y dramático para sus filmes, algunos de ellos del género apocalíptico hoy están más vigentes que nunca.

Con asombro y desde nuestra mejor pose de incredulidad catalogamos como un exceso de fantasía una pandemia mundial provocada por un virus, un mundo azotado por enormes tormentas o la locura de llegar a declarar la guerra por falta de agua. Todo eso y más, lo estamos viviendo o está muy cerca de convertirse en realidad, inclusive la llegada de la inteligencia artificial y el declive de la inteligencia humana.

En 1995, Dustin Hoffman, Rene Ruso y Morgan Freeman nos alarmaron con la película “Outbreak”, en la que un virus, con una tasa de mortalidad del 100%, ataca y mata a las personas en apenas 24 horas. En ese mismo año, Bruce Willis, Brad Pitt Y Madeline Stowe dramatizan una obra ya clásica del cine apocalíptico, la película “12 monos”, que narra un viaje en el tiempo, personajes desquiciados y el intento de un loco por diseminar por el mundo otro virus mortal. Una más de virus mortales fue “Contagio”, estrenada en 2011 y protagonizada por Matt Damon y Marion Cotillard en la que, sin necesidad de efectos especiales, el director nos muestra los horrores de una epidemia ultra contagiosa entre personas.

En 1968, Stanley Kubrick dirige la cinta de ciencia ficción por excelencia, después de “Metrópolis”. Inventa una maliciosa computadora equipada con algo tan avanzado para la época como la memoria holográfica y con capacidad de inteligencia artificial. La genialidad Arthur C. Clarke, el autor de la novela original y la locura de Stanley Kubrick se adelantaron 55 años a su época.

Una serie reciente, “Snowpiercer”, es una obra distópica en la que un fallido experimento para detener el calentamiento global casi acaba con la vida en la tierra. Los únicos sobrevivientes fueron los tripulantes del tren “rompe nieves”, que quedaron condenados a circular por el mundo, solos hasta la eternidad.

Y sobre el cambio climático va otra película famosa: “El día después de mañana”. “Las investigaciones del climatólogo Jack Hall indican que el calentamiento global podría desencadenar un repentino y catastrófico cambio climático de la Tierra. Hall advierte a los dirigentes políticos de la necesidad de adoptar inmediatamente medidas para evitarlo, pero sus advertencias llegan demasiado tarde: una serie de anómalos fenómenos climáticos empiezan a producirse en distintas partes del globo”.

Hay un elemento común en todas esas cintas: alguien advirtió del peligro y fue tachado de loco o alarmista. La realidad ha demostrado que los verdaderos locos son lo que no escuchan, los que tienen otros datos, los conspiranóicos, los antivacunas, los negacionistas, los terraplanistas o quienes solo quieren hacerse notar.

No fue como dijo Hollywood, pero ya vivimos la primera pandemia de este siglo. El virus tuvo una mortalidad inferior al 10% y, a pesar de ello, su mal manejo por el doctor muerte, Hugo López-Gatell, provocó una mortalidad que se llevó 800 mil vidas. La inteligencia artificial ya es parte de nuestra cotidianidad, el cambio climático ya lo padecemos y la escasez de agua ya provoca bloqueos en nuestra capital.

Está presente el tema del Cerro del Crestón y su conservación como área natural protegida. No es un tema menor porque estamos al filo del límite de provocar una hecatombe climática y cualquier acción, por pequeña que sea, para proteger a la naturaleza cuenta, y cuenta mucho.

Ese cerro forma parte de una microcuenca que la voracidad inmobiliaria, el cártel del despojo, funcionarios y políticos están por destruir. Hasta una institución pública se construyó ahí, el CIESAS. El ejido Guadalupe Victoria y gran parte de San Felipe han sido colonizados provocando con ello la muerte de flora y fauna. Las construcciones ya rebasaron el libramiento norte y siguen hacia arriba.

El Cerro del Fortín es otro claro ejemplo de ecocidio. Entre colonias populares y unas de lujo ha devastado un área natural que debió ser protegida desde hace muchos años. Ahí están las fotografías de los años 40 y 50 en donde claramente se ve que no había una sola construcción.

El río de Jalatlaco fue desaparecido de la faz de la tierra. Los curtidores del barrio lo convirtieron en una cloaca y, para solucionar el problema, el gobierno de entonces decidió no resolverlo sino ocultarlo y por ello fue entubado. La cloaca ahí sigue y lo paradójico es que sobre el cadáver de ese rio está ahora un gentrificado barrio mágico.

No hay acción pequeña por la salvación del planeta. Proteger esa microcuenca que concluye atrás del hospital del IMSS es proteger la salud de la ciudad de Oaxaca. Existe un problema social por los propietarios de lotes en la zona, pero desde hace años se sabía que ahí no debía construirse y el gobierno debería negociar con ellos para paliar el daño que su patrimonio pudiera sufrir. La vida de todos es más importante que el beneficio de pocos.

nestoryuri@yahoo.com


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Una primavera de sangre y violencia

NÉSTOR YURI SÁNCHEZ

Con enorme gusto felicito a EL IMPARCIAL y su gran equipo por un aniversario más de esta cas editorial, garante de la libertad de expresión.

Tan grave como las recientes masacres en las serranías oaxaqueñas es la omisión de quienes deben hacer cumplir la ley. Ambas conductas merecen castigo penal, por cierto.

Al baño de sangre provocado por la fatal política de los abrazos contra los balazos que ha colocado a Oaxaca en el medallero nacional de los índices delictivos, debemos sumar la violencia ancestral causada por problemas agrarios a lo largo y ancho del territorio, consecuencia directa del modelo de propiedad comunal y del mal reparto agrario como consecuencia de la revolución.

Las dos masacres recientes por líos agrarios serán una raya más al tigre porque vendrán otras propiciadas por la indiferencia de quienes encabezan las instituciones y porque el odio entre pueblos de Oaxaca es tan grande que, si tuvieran una bomba atómica en su poder, no dudarían en usarla contra sus vecinos. La cosmovisión de los pueblos sobre sus montes y bosques, de los que extraen recursos, los vuelven profundamente posesivos y violentos cuando se siente afectados, porque la extracción maderable es su principal fuente de ingresos, sí es que no están involucrados en la siembra de drogas. Por tanto, los árboles son un su principal activo comercial.

Su pasado ancestral cobija el profundo arraigo con sus tierras, pero las imprecisiones sobre la propiedad de estas es una fuente permanente de odios y muerte dado que ellos entienden a su territorio de una forma diferente a como lo vemos desde la ciudad. El territorio, y su control, para ellos es mucha más que una extensión de cerros con árboles, significan su relación con la naturaleza y entre ellos mismos en la manutención de sus tradiciones a las que ahora, o les dan un sentido turístico o les dan un uso político como el que hicieron los campesinos de Teojomulco. protagonistas de una de las más sangrientas masacres de Oaxaca, en su reciente manifestación en la ciudad capital.

De las masacres de los últimos 20 años, la más grave fue la matanza de Agua Fría protagonizada por Teojomulco contra sus vecinos de Xochitepec, en el año 2002 mientras era gobernador José Murat. Ese hecho debió costarle la gubernatura, pero para su fortuna, la Copa Mundial de Futbol distrajo la atención mediática y política y pudo continuar como si nada en el gobierno. Apenas en 2020, durante el gobierno de otro Murat fueron masacradas 15 personas en San Mateo del Mar. Hace más años, el repudiable grupo guerrillero EPR masacró a una patrulla de policías en Macuilxochilt y, el pleito entre el pueblo de Yaxe y sus vecinos de Chichicápam dejaron entre 15 y 18 muertos en los años 80. En materia de masacres tenemos mucha historia.

La masacre de Agua Fría sigue tan vigente que apenas hace unos días, campesinos de Santo Domingo Teojomulco, los señalados como asesinos, llegaron a violentar nuevamente a la ciudad de Oaxaca. Cometieron toda clase de vejaciones como fue la retención de personas contra su voluntad, destrucción de vehículos, quema de mobiliario del gobierno e incluso golpearon e hirieron sangrar a un par de mujeres, cuyas fotos inundaron las redes. Con esta violencia contra personas ajenas a sus problemas es de imaginar el odio con que mataron a aquellos campesinos de Xochitepec. Ese problema data de finales del siglo XIX y desde entonces, ha pasado de institución en institución y sigue sin resolverse porque siempre han actuado como lo hace el gobierno actual, siendo omisos ante una patología social que requiere toda la atención y no solo demagogia: la violencia.

El engañoso discurso de una supuesta primavera en parte fue para tratar de cubrir el pasado de quienes durante años incendiaron Oaxaca, se hicieron expertos en ello y en crear todo tipo de problemas para llegar al poder. Hoy que lo tienen es evidente que no saben cómo resolverlos, no es lo suyo. Para quienes somos ajenos al círculo del que se rodean, la imagen de personajes como Flavio Sosa o Jesús Romero es la de incendiarios. En la memoria colectiva continúan las imágenes de la tarde del 25 de noviembre de 2006 siendo la ciudad capital incendiada por las huestes de don Flavio. Por ello mismo nos preguntamos de qué manera los incendiarios de antes hoy serán los bomberos. El Frankenstein de agitación social que crearon está fuera de control, tiene vida propia.

Ante la violencia hoy ofrecen diálogo que, por la sangre derramada, solo puede considerarse como una grave omisión por su actitud pasiva, tolerante y, podría ser, hasta cómplice, que es una conducta que merece castigo penal. El gobierno no debe abstenerse de actuar ante una situación que constituye un deber legal y quienes se han visto afectados directamente deberían demandar al Estado mexicano por la grave y criminal impericia con que se conducen quienes juraron cumplir y hacer cumplir la ley.

nestoryuri@yahoo.com


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La realidad en educación mató al discurso

NÉSTOR YURI SÁNCHEZ

Los resultados de la prueba PISA recién publicados han golpeado de frente a toda la palabrería del régimen. Lo sabíamos, todo el discurso y promesas de campaña fueron demagogia y son un crimen de lesa humanidad contra los niños de este país que tienen en las escuelas la única oportunidad de subir en la escala social.

El informe es un mazo de casi 500 páginas, en inglés, con gran número de estadísticas. Lo que a nosotros nos interesa es conocer cómo salió evaluado nuestro país, y la respuesta es contundente: la educación mexicana está entre los últimos lugares del mundo, ¿Se imaginan dentro se esos últimos lugares cómo está la de Oaxaca?

Un ejercicio muy sencillo de números es necesario para darnos un panorama de lo que nos cuesta a los oaxaqueños mantener ese último lugar en educación dentro de un país que está en los últimos lugares en el mundo.

De acuerdo con cifras oficiales y con números redondos la Sección 22, es decir el magisterio oaxaqueño, consume algo así como $28 mil millones de pesos al año. Eso quiere decir que cada mes la nómina y prestaciones son de 2 mil trescientos treinta millones, lo que significa que, por cada uno de los 20 días que laboran al mes nos gastamos en ellos $117 millones diarios. En eso podríamos cuantificar lo que les pagamos por cada día de plantón o bloqueos que realizan, pero como solo trabajan alrededor de 180 días al año, la cifra real de cada día cuesta $156 millones, sea que lo desquiten en las aulas o en sus acostumbradas marchas.

Se justifica la SEP de los pésimos resultados por la pandemia. En parte es cierto, pero la sufrió todo el mundo y en muchos países la caída de los niveles educativos es mucho menor.

Por dos años los profesores no fueron a las aulas, pero se les mantuvieron salarios y prestaciones. A números de hoy, por esos dos años de vacaciones les pagamos $56 mil millones de pesos. Ok, ellos no tuvieron la culpa, pero el sindicato tiene un lado siniestro que no puede ocultar: es una organización absolutamente ajena con la sociedad con la que está obligada y de la que se ufana de recibir apoyo, que no es verdad.

No es su obligación, pero debido a los miles de millones de pesos que reciben podría esperarse que fueran solidarios. Ni después de un terremoto, ni huracán, ni desastre natural alguno hemos visto a la Sección 22 sumarse en apoyo a los damnificados, pero si los vemos de forma permanente en sus molestas movilizaciones exigiendo lo mismo: cada día mayores salarios sin demostrar que desquitan lo ganado. Son una organización política creada como grupo de presión y obtención de dinero, lo demás no les importa.

Los normalistas, futuros miembros de la Sección 22, también nos cuestan. Les pagamos para estudiar, por eso, no solo nos cuestan los daños que provocan tanto a la movilidad como a la economía de la ciudad sino también el desvío de recursos al dejar las aulas para salir a golpear y robar gente.

El mal estado de la educación no es nada nuevo, venía desde años atrás y, en Oaxaca, marcadamente desde los años 80 en que Heladio Ramírez le entregó el IEEPO al sindicato. La reforma educativa de Peña Nieto ha sido el único intento serio de mejorar la educación, pero el discurso trotskista del magisterio pesó más que la necesidad de mejorar el único camino que tienen millones de mexicanos para alcanzar un mejor nivel de vida del que tuvieron sus padres.

Las pruebas PISA muestran con claridad el retroceso educativo consecuencia del obradorato, aunque también el retroceso lo padecemos en salud. México retrocedió en matemáticas, comprensión lectora y ciencias, nada más, pero nada menos. Para mayor afrenta de la 4T, la caída es la mayor desde 2006, es decir, desde los años de Felipe Calderón.

Los resultados en matemáticas son espeluznantes: los niños mexicanos no pueden ni realizar sencillas operaciones que requieran un poco de esfuerzo mental. La capacidad de comprensión lectora es brutal: los niños no pueden encontrar la idea central de un texto o, simplemente comprender bien lo que están leyendo. Por cuanto a ciencias estamos para llorar. Y no es para menos, porque el gobierno de AMLO consideró que la ciencia era neoliberal y, entonces era mejor volver a las tradiciones ancestrales y los detente. Para él, extraer petróleo o construir una carretera no “tienen chiste” y, por ello mismo, creó la “Nueva Escuela Mexicana”, basada en las epistemologías del sur, que es un modelo socialista de educación que no resolverá lo que pretenden resolver.

La herencia de este gobierno ya la estamos recibiendo, enorme retroceso en salud, en seguridad y en educación. No son datos para victimizar al presidente, son datos que vienen de la realidad que poco a poco saldrán a la luz conforme se acerca el final de este sexenio.

Si bien dice el presidente que no debemos tener un gobierno rico y un pueblo pobre, si es correcto que tengamos un magisterio rico y estudiantes miserables e ignorantes. nestoryuri@y


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Una primavera de sangre y violencia

POR: NÉSTOR YURI SÁNCHEZ

Con enorme gusto felicito a EL IMPARCIAL y su gran equipo por un aniversario más de esta cas editorial, garante de la libertad de expresión.

Tan grave como las recientes masacres en las serranías oaxaqueñas es la omisión de quienes deben hacer cumplir la ley. Ambas conductas merecen castigo penal, por cierto.

Al baño de sangre provocado por la fatal política de los abrazos contra los balazos que ha colocado a Oaxaca en el medallero nacional de los índices delictivos, debemos sumar la violencia ancestral causada por problemas agrarios a lo largo y ancho del territorio, consecuencia directa del modelo de propiedad comunal y del mal reparto agrario como consecuencia de la revolución.

Las dos masacres recientes por líos agrarios serán una raya más al tigre porque vendrán otras propiciadas por la indiferencia de quienes encabezan las instituciones y porque el odio entre pueblos de Oaxaca es tan grande que, si tuvieran una bomba atómica en su poder, no dudarían en usarla contra sus vecinos. La cosmovisión de los pueblos sobre sus montes y bosques, de los que extraen recursos, los vuelven profundamente posesivos y violentos cuando se siente afectados, porque la extracción maderable es su principal fuente de ingresos, sí es que no están involucrados en la siembra de drogas. Por tanto, los árboles son un su principal activo comercial.

Su pasado ancestral cobija el profundo arraigo con sus tierras, pero las imprecisiones sobre la propiedad de estas es una fuente permanente de odios y muerte dado que ellos entienden a su territorio de una forma diferente a como lo vemos desde la ciudad. El territorio, y su control, para ellos es mucha más que una extensión de cerros con árboles, significan su relación con la naturaleza y entre ellos mismos en la manutención de sus tradiciones a las que ahora, o les dan un sentido turístico o les dan un uso político como el que hicieron los campesinos de Teojomulco. protagonistas de una de las más sangrientas masacres de Oaxaca, en su reciente manifestación en la ciudad capital.

De las masacres de los últimos 20 años, la más grave fue la matanza de Agua Fría protagonizada por Teojomulco contra sus vecinos de Xochitepec, en el año 2002 mientras era gobernador José Murat. Ese hecho debió costarle la gubernatura, pero para su fortuna, la Copa Mundial de Futbol distrajo la atención mediática y política y pudo continuar como si nada en el gobierno. Apenas en 2020, durante el gobierno de otro Murat fueron masacradas 15 personas en San Mateo del Mar. Hace más años, el repudiable grupo guerrillero EPR masacró a una patrulla de policías en Macuilxochilt y, el pleito entre el pueblo de Yaxe y sus vecinos de Chichicápam dejaron entre 15 y 18 muertos en los años 80. En materia de masacres tenemos mucha historia.

La masacre de Agua Fría sigue tan vigente que apenas hace unos días, campesinos de Santo Domingo Teojomulco, los señalados como asesinos, llegaron a violentar nuevamente a la ciudad de Oaxaca. Cometieron toda clase de vejaciones como fue la retención de personas contra su voluntad, destrucción de vehículos, quema de mobiliario del gobierno e incluso golpearon e hirieron sangrar a un par de mujeres, cuyas fotos inundaron las redes. Con esta violencia contra personas ajenas a sus problemas es de imaginar el odio con que mataron a aquellos campesinos de Xochitepec. Ese problema data de finales del siglo XIX y desde entonces, ha pasado de institución en institución y sigue sin resolverse porque siempre han actuado como lo hace el gobierno actual, siendo omisos ante una patología social que requiere toda la atención y no solo demagogia: la violencia.

El engañoso discurso de una supuesta primavera en parte fue para tratar de cubrir el pasado de quienes durante años incendiaron Oaxaca, se hicieron expertos en ello y en crear todo tipo de problemas para llegar al poder. Hoy que lo tienen es evidente que no saben cómo resolverlos, no es lo suyo. Para quienes somos ajenos al círculo del que se rodean, la imagen de personajes como Flavio Sosa o Jesús Romero es la de incendiarios. En la memoria colectiva continúan las imágenes de la tarde del 25 de noviembre de 2006 siendo la ciudad capital incendiada por las huestes de don Flavio. Por ello mismo nos preguntamos de qué manera los incendiarios de antes hoy serán los bomberos. El Frankenstein de agitación social que crearon está fuera de control, tiene vida propia.

Ante la violencia hoy ofrecen diálogo que, por la sangre derramada, solo puede considerarse como una grave omisión por su actitud pasiva, tolerante y, podría ser, hasta cómplice, que es una conducta que merece castigo penal. El gobierno no debe abstenerse de actuar ante una situación que constituye un deber legal y quienes se han visto afectados directamente deberían demandar al Estado mexicano por la grave y criminal impericia con que se conducen quienes juraron cumplir y hacer cumplir la ley.

nestoryuri@yahoo.com


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La nostalgia como arma electoral

Por: NÉSTOR YURI SÁNCHEZ

Con la malicia por delante, el habitante del palacio virreinal de la CDMX con sus dones retóricos y desde su púlpito digital de todos los días nos llena de nostalgia y, sin darnos cuenta, nos dejamos manipular con la popular frase que afirma que “todo tiempo pasado fue mejor”. Nos toma de la mano y nos lleva a nostálgicos recuerdos y el deseo de revivir aquellos bucólicos trenes de pasajeros que vemos en las películas en blanco y negro o en el performance recién escenificado en el zócalo en el desfile del 20 de noviembre para satisfacer su ego.

Si se trata de nostalgia por los trenes revivamos uno de interés especial para nosotros: “El oaxaqueño” el primer tren turístico. La crónica de Claudio Sánchez Islas publicada en el periódico “Carteles del Sur” del 17 de diciembre de 1987 nos transporta a esos no tan viejos recuerdos que tanto nos gustan.

Fue todo un acontecimiento político y social. En los andenes de Buenavista se dieron cita desde mariachis hasta el gobernador de entonces, Heladio Ramírez. “Una numerosa e inusual colonia de oaxaqueños se había adueñado de los andenes y salas de espera: la causa, iniciaba su primer viaje el tren semi turístico con destino a la ciudad de Oaxaca”.

En los vagones, 12 en total, que formaban el oaxaqueño, “se notaba la mano de gato que les dieron a esos viejos carros hoy rehabilitados; todavía estaba fresco el olor a pintura y las alfombras y las vestiduras, aunque austeras, lucían de verdad limpias”.

Con el fondo de “la sandunga” y “Pinotepa” el maquinista Eleazar Coronado, oaxaqueño para mayores señas, echó a andar la locomotora.

¡Váááámonos! Y la crema y nata de la sociedad y la clase política oaxaqueña abordaron el tren. “Empresarios, funcionarios, artistas y la créme de la créme del estado se dieron cita para el viaje inaugural. Quizá la única vez que abordaron un ferrocarril, quizá el único viaje en tren”.

 Con días de anticipación, los medios habían venido informando de tan relevante suceso, la estación de Oaxaca estaba siendo pintada y lavada a fondo con jabón y desinfectantes y, como era costumbre de esos años, las cámaras y asociaciones empresariales y populares publicaban desplegados en apoyo a la “enorme visión” del gobernador y agradecían llenos de lisonjas el gran gesto del gobierno para hacer justicia a Oaxaca.

Los carros de ferrocarril no eran cualquiera, cada uno tenía su propio nombre, como lo señala la crónica de Carteles del Sur: “Águila Azteca”, “Águila Imperial”, etc., y, por supuesto, en aquel viaje no podía faltar el carro comedor y el bar, convertido en el punto de reunión principal y en el que el trío oficial de Oaxaca, el Fantasía, amenizó el jolgorio hasta cerca de las 3 de la mañana. Por cortesía del entonces director de Ferrocarriles Nacionales, Andrés Caso Lombardo, hubo finos vinos y viandas para tan distinguidos pasajeros y, con la voz del inolvidable Héctor Meneses se animó la bohemia de una noche diciembre de 1987 a bordo del nostálgico tren El Oaxaqueño.

Para esto, el gobierno había invertido previamente miles de millones de pesos (en esos años no se le habían quitado 3 ceros al peso) para arreglar vías y estaciones, arreglar los carros dormitorio, equipar las cocinas y bares de estos, capacitar y uniformar al personal que esa noche usaba los de gala. Ese tren tenía capacidad para 410 pasajeros en todas sus clases y era un servicio adicional al “nocturno” que hacía el mismo recorrido, pero con carros destartalados que solo usaban los más pobres que no podían pagar el autobús.

La llegada del tren a Oaxaca, con 20 minutos de retraso, fue otra fiesta llena de música. Previamente habían servido el desayuno a las 6 de la mañana para los desvelados viajeros VIP, entre los que no estuvo Heladio porque se quedó en México, solo mandó a su esposa.

El tren El Oaxaqueño solo duró un sexenio, el de Salinas de Gortari porque en 1995 fue suspendido y los ferrocarriles privatizados fueron dedicados solo al servicio de carga. México vivía una tremenda crisis económica y el gobierno no tenía dinero ni para sus nóminas, mucho menos para subsidiar trenes porque, además del oaxaqueño, hubo un jarocho, un yucateco, un tapatío y un regio.

La nostalgia nos reconforta, pero eso no hace rentable el servicio de pasajeros. AMLO ya se acabó todo el dinero que pudo encontrar y para el próximo año nos endeuda con casi 2 billones de pesos, pero no para inversión productiva sino para pagar sus ayudas sociales y concluir sus inútiles obras faraónicas. Los trenes de pasajeros necesitarán mucho dinero y, forzosamente, subsidio del gobierno.

En este momento no está contemplado un tren a Oaxaca, pero si este servicio ayudara a romper el férreo monopolio que tienen el ADO sobre el transporte terrestre de pasajeros sería de gran ayuda para obligar a la empresa camionera, dueña de carreteras y terminales en todo el sureste, a disminuir sus elevados precios mientras el gobierno estatal ni cuenta se da.

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Municipios del terror

POR: NÉSTOR YURI SÁNCHEZ

Oaxaca enfrenta problemas de toda índole y, uno de los problemas fundacionales de lo que podría ser la “oaxaqueñidad”, es el exceso de municipios. A esto hay que sumar la modalidad comunal de la propiedad de las tierras. Ahí nacen muchos de los problemas que vivimos cotidianamente y son una de las causas del atraso ancestral que padecemos.

El exceso de municipios provoca su atomización. Tenemos algunos tan pequeños que podríamos atravesarlos en bicicleta en menos de 10 minutos. Ridículamente pequeños y que podrían ser simples colonias de la ciudad capital son Yatareni, Santa Lucía del Camino, Santa Cruz Amilpas, San Jacinto Amilpas, San Sebastián Tutla o Ánimas Trujano. Xoxocotlán, que requiere un poco más de tiempo para atravesarlo, pero también debería ser integrado al municipio de Oaxaca de Juárez.

En sentido contrario a su pequeño tamaño resultan grandes generadores de conflictos, de abusos a DDHH y violencia en general. La mal entendida autonomía municipal los lleva a interpretarla como si fuera una patente de corso para hacer lo que les de la gana. Y se ensañan con quienes atraviesan sus minúsculos territorios, más por necesidad que por gusto. A la conducta caciquil de horca y cuchillo de muchos presidente municipales y sus respectivos cuerpos de policía hay que sumar los abusos de sus comuneros en contra de a quienes califican como avecindados.

El exceso de municipios tiene su origen en la Colonia. A partir de las Leyes de Cádiz se otorgó una serie de prerrogativas a los naturales. Estos exigieron ser reconocidos como municipios y, a partir de la Independencia y en la conformación del nuevo Estado mexicano, se consintió en tal gusto a pesar de que, en 1824, no eran más que minúsculos caseríos perdidos en las serranías oaxaqueñas. Probablemente siempre supieron los españoles ladinos que la mejor manera de dominar un estado tan grande y diverso como Oaxaca era dividirlo en pequeños municipios. Y lo lograron, nos dividieron y, lo más grave, es que hoy estamos orgullosos de ello.

En las redes sociales se difunden continuamente videos que testifican los abusos de las cavernarias autoridades. Apenas hace una semana vimos como detuvieron a un par de jóvenes aplicando no solo fuerza excesiva sino golpes directos en su contra en San Jacinto Amilpas. Hasta un paramédico intervino en el abuso. Tan dramático resultó ese testimonio que llegó a las pantallas de los medios nacionales. También se difundió la queja de un turista que tuvo el atrevimiento de cruzar el territorio salvaje de uno de esos municipios conurbados a quien sus policías viales detuvieron por portar placas foráneas. Aplicando el celo del deber, la indecente multa resultó ser de $40 mil para devolverle el auto.

Para muchos ya quedó en el olvido, pero no hace muchos meses vivimos una racha de personas que murieron en manos de policías municipales o en las mazmorras que habilitan como celdas de detención. Suicidios dijeron ellos. No fue así, los periodistas estamos para recordar a la opinión pública que todas esas muertes, que debieron haber provocado un cambio legal y no solo indignación, no sirvieron para nada. Nada se sabe de las sentencias que debieron haber dictado los jueces o de la destitución y consignación de autoridades incluyendo a los presidente municipales. De los obesos diputados del Congreso local que debieron haber reaccionado de inmediato ante tan atroces crímenes, nada han hecho para legislar y acotar el poder indiscriminado que se otorga a esas autoridades.

Quien necesita salir de la ciudad capital no solo enfrenta a los criminales cuerpos de policía vial de cada pueblo. Hay que andar con cuidado para no molestar a taxistas foráneos, mototaxistas y camioneros en general adheridos a los famosos sindicatos que son, en la realidad, una de las expresiones del crimen organizado. Una y otra vez circulan en las redes los testimonios de golpizas en pandilla contra aquel que pudiera llegar a tener un percance con ellos.

El tema es difícil, pero debe abordarse. Ningún presidente quiere perder el control de sus policías y los negocios e ingresos que se hacen a través de ella, sobre todo por las policías viales. Pero la obligación del ejecutivo y del Congreso es la de enfrentar los problemas, buscar soluciones y proteger a la gente, y al medio ambiente, de estos depredadores.

Es visible que desde los ayuntamientos oaxaqueños se abusa cotidianamente de los Derechos Humanos. No sabemos quiénes, pero algunos de ellos estarían cooptados por el crimen y están a su servicio. Si recibieron plata, deberán entregarles resultados o, de plano, son parte de algún cártel. Como dato adicional. y muy grave, algunos de los atentados contra reporteros han sido ordenados desde presidencias municipales. Muchos de esos crímenes siguen impunes.

INFORME

De acuerdo con la trascendencia social del primer informe de gobierno en este articulo le dedicamos un espacio proporcional al mismo: nada.

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¿Dónde están las obras?

Por: NÉSTOR YURI SÁNCHEZ

Estamos a días de cumplir un año viviendo en el edén primaveral prometido. Y hasta ahora las cosas parecen seguir en el mismo estado en que las dejó Alejandro Murat.

Entre políticos han inventado sus propias métricas para calificar su desempeño, métricas que siempre manipulan de acuerdo con su conveniencia. Por ejemplo, a los legisladores les gusta que se les califique de acuerdo con el número de iniciativas presentadas.

En ese tenor de presentar ocurrencias al pleno, durante algún tiempo el señor Benjamín Robles Montoya se presentó a sí mismo como el más productivo. No importa que fueran aprobadas o no, mucho menos la trascendencia que tuvieran o el impacto que provocaron en el desarrollo del país, solo se trataba de presumir ante los medios la cantidad, pero sin cuidar la calidad. De acuerdo con su propia propaganda, hoy en día, es la senadora Susana Harp quien quién afirma ser la más productiva. Eso dice ella.

La métrica inventada por quienes han sido presidente municipales o gobernadores es otra. A ellos les gusta que los midan por la cantidad de las obras realizadas. Y les gusta darse vuelo en medios y redes sociales. Se toman la foto y la cacarean por haber ido a celebrar la simple pintura de una barda, haber colocado un poste o pintar rayas en las calles, que se despintan a los diez días, para presumir que trabajan.

Esta métrica es un engaño por varias razones. En primer lugar, porque ellos no ponen un centavo de su bolsa, todos los recursos vienen etiquetados desde que se elaboran los presupuestos. En segundo, porque muchas de esas obras se planearon años antes de su llegada y, debido al largo proceso burocrático de asignación de presupuestos, a ellos les toca inaugurarlas.

En esta métrica debemos tomar en cuenta todas aquellas obras fantasma que solo aparecen en el papel y que son caso muy frecuente y usado para la corrupción en las altas esferas del poder. Una y otra vez nos enteramos de carreteras, escuelas u hospitales que aparecen en los reportes como concluidos pero que en el terreno a veces ni existen. Cuántos presidente municipales y gobernadores han presumido obras de las que solo existe el cascarón.

Experto en dejar cascarones en el pasado muy reciente fue Alejandro Murat. Hace un año que se fue y sus magnas obras, al menos las que están en la capital, han quedado desnudadas por el actual gobierno. Ni el Centro Gastronómico y su escuela de cocineros anexa, ni el Centro Cultural y de Convenciones, el bunker, ni el Centro Cultural Álvaro Carrillo en donde demolió un teatro funcional para dejar un cubo de concreto que nadie usa, ni la casa albergue para niños del DIF.

Mucho menos la carretera de salida hacia el aeropuerto o la vía en las riberas del río Atoyac. Mención especial merecen los 3500 millones de pesos que pidió prestados, y que todos debemos pagar, para sacar a los soldados de Ixcotel y construir ahí una zona comercial, hotelera y de universidades.

De entre las obras inconclusas fue el Centro Gastronómico el que mayor rechazo recibió. Durante varios meses trató de construirlo en secreto. Quizá esto se debió a que parece ser que fue una obras más por capricho de su pareja que para cubrir una necesidad. No solo el proyecto es horrible, el rechazo no solo es de los oaxaqueños, ni los turistas entran ahí y eso lo saben bien los cocineros a quienes les entregó en usufructo dicho espacio construido con dinero público. Esos famosos chef ni las moscas atrajeron hasta que la primavera los echó. El lugar es frío y ajeno al calor y colorido de lo que es la cocina tradicional oaxaqueña. Sus 12 “puestos” de comida semejan más las crujías de una prisión que un lugar para disfrutar una rica tlayuda.

De acuerdo, entonces, a la métrica creada y fomentada por los propios políticos, ¿Dónde están las obras de este gobierno? Para que no hagan caravana con sombrero ajeno, se deben eliminar como mérito de este gobierno y de los cuatro anteriores, las carreteras al istmo, a la costa y el ferrocarril interoceánico, que fue obra del gran general oaxaqueño Porfirio Díaz, que también construyó el puerto de Salina Cruz y que más de un siglo después sigue funcionando casi en las mismas condiciones en las que él lo dejó.

No estoy de acuerdo con que las ferias realizadas en el Llano y las del cártel de las expos en las calles del centro histórico deban contar como obras realizadas. Tampoco las calendas estilo Disney que hicieron para festejar a los muertos ni el festival a un mole que es patrimonio cultural de Puebla, como lo es el mole de caderas.

Tampoco creo que abonen como obras los cientos de millones usados para apoyar la campaña de Claudia Sheinbaum, ya sea pintando bardas, colocando espectaculares y llenado de miles de acarreados el auditorio Guelaguetza. Mucho menos deben contar los cientos de anuncios espectaculares de los suspirantes locales que acaparan bardas, camiones y pasquines de sociales para promocionarse de manera ilegal.

nestoryuri@yahoo.comCARPE DIEM

Oaxaca; totalmente Hollywood

POR: NÉSTOR YURI SÁNCHEZ

Escribía José María Bradomín en su nostálgico libro “Crónicas del Oaxaca de hace 50 años”, (Editado en 1976) sobre las festividades de muertos: “Noviembre señala la celebración de una de las fiestas más rumbosas y animadas y de más auténtico sabor oaxaqueño, o sea la del Día de los Finados, o de los “muertos” como también se llama, precedida del “Día de todos los santos”. Esta celebración o conmemoración de los difuntos, se distinguía en el aspecto religioso porque era de rigor asistir a tres misas consecutivas, y en el aspecto profano por la instalación de los “altares de muertos” en todas las casas de la ciudad, y aun en las de todo el estado, y por la abundancia y diversidad de las viandas que en tal ocasión se condimentan y que la devoción familiar deposita en los “altares”, como grata ofrenda a las benditas ánimas del Purgatorio, cuya visita era recibida desde el día primero en que hacen su aparición los “angelitos”, con nutrida salva de cohetes, pues según la creencia general en esa ocasión las almas de los fieles difuntos abandonan el recinto purificador de las culpas y hacen acto de presencia en el homenaje tributado en su memoria”. (p 138).

Y su crónica continua con la descripción de la “plaza grande”, llena de bote en bote y su enorme cantidad de flores, principalmente de muerto, loza, aves de corral velas, chocolate y todo lo necesario para la elaboración de los platillos de muertos. De cómo se colocaban ceras y lamparillas de aceite de higuerilla, los platones con calabaza, manzanas en miel, mermeladas, jaleas, nicuatole, mole negro y el delicioso chocolate en los altares y la costumbre, hoy desaparecida de enviar “muertos” a los amigos y familiares para convidar los deliciosos platillos. La familia reunida frente al altar rezaba el rosario y el día 2 la visita a los panteones y el arreglo de sus tumbas con toda solemnidad porque era costumbre que los curas estuvieran ahí, de sepulcro en sepulcro, a petición de las familias.

Lo que nos cuenta don José María es muy importante, pero también lo que no. No habla de velar toda la noche en ningún panteón, ni menciona ni a Xoxo ni a Atzompa, que se han hecho destacar por esa “costumbre” que, probablemente, fue copiada del festejos de las ánimas al estilo purépecha de Michoacán.

Los años pasan, las condiciones cambian y está probado que cada vez más, con el acceso a mejores vías y canales de comunicación, se copian, se imitan, se toman prestadas o se piratean costumbres, tradiciones y artesanías de otros lugares, por lo que hablar de autenticidad cada vez será más complicado.

Y cuando el que propicia el pirateo de escenografías inventadas por Hollywood es el propio gobierno, estatal y municipal, estamos en el camino de la transición de una cultura popular a una cultura oficial que, mucho peor todavía, se deja en manos de la extraviada secretaria de turismo que remata su desconocimiento de la cultura oaxaqueña con su pretensión de traer el “modelo Disney” de atención al turista.

Desde el púlpito estatal de los lunes se criticó agriamente al viejo “Comité de autenticidad” para justificar su eliminación de la Ley Estatal de Cultura. El error de ese comité fue su propio nombre, pero el actuar de algunos de sus miembros pudo contener, al menos en algunas ocasiones, los caprichos de las esposas de gobernadores y funcionarias para hacer las fiestas oaxaqueñas de acuerdo con sus ocurrencias.

Es gratificante ver las calles de la ciudad llenas de turistas que vienen con el deseo no de limitarse a ser simples espectadores sino a participar activamente en las festividades, para lo cual se pintan la cara, se disfrazan y usan las mujeres todo tipo de arreglos para su cabello. Comen, cantan y bailan al ritmo de Oaxaca.

Lo triste es que lo que vemos hoy en las calles es una copia de lo que Hollywood ha hecho en el cine. Quizá las referencias de los funcionarios actuales sean las películas “Érase una vez en México”, de hace 20 años con Antonio Banderas, Salma Hayek y Jhony Depp. En esa película, Hollywood creó el primer desfile de personas pintadas de calaveras. O puede ser la película “Spectre” de James Bond que inició con un desfile de “muertos” en el centro histórico de la CDMX. Lo que si hicieron fue copiar las caricaturas de la película “Coco” para la promoción estatal de la fiesta de muertos al estilo Disney 2023.

Dado que los altos puestos en el gobierno son de carácter político en que se requiere más lealtad que efectividad podría entenderse la falta de cultura de los titulares, pero tienen el presupuesto para seleccionar un grupo apropiado de asesores en lugar de colocar a su parentela e incondicionales.

En un principio, Bradomín, habló de autenticidad y ese es el problema; las fiestas y muchos productos de Oaxaca la están empezando a perder. Los mercados, que fueron el reservorio de ésta, hoy son escaparate de productos de muy mala calidad y caros; los ambulantes lo son de piratería.

nestoryuri@yahoo.com

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